19.2.15

Hace algunos años atras.

Me despierta una voz casi propia. Poco a poco, las dulces palabras que escucho me sacan del lindo mundo por el que estoy paseando. Me siento calentita pero se que si salgo de debajo de la colcha voy a sentir el frío de la habitación que no refleja ni la mitad del frío del exterior. Me siento en la cama o me sientan mejor dicho, todavía tengo los ojos cerrados y no se porque me están molestando de tal manera. Bostezo, apoyo los pies justo en las pantuflas y camino involuntariamente hacia el baño guiada por los brazos que alguien me sostiene. Sentada en el inodoro empiezo a entender que pasa. Es lunes, mamá me esta preparando el desayuno, afuera es invierno, el micro escolar pasa en 10 minutos y las vacaciones terminaron.
El agua de la canilla sale muy fría, así que apenas me mojo las puntas de los dedos indices para repasarme el contorno de los ojos y sacarme la lagaña que se que se ve poco estética e higiénica. Salgo y corro los cinco pasos que tengo desde la puerta del baño a la de mi cuarto. Empiezo a elegir que ropa voy a usar ese día, mas pensando en no pasar frío que en la combinación de colores. Mamá empuja la puerta con un pie porque en una mano lleva una taza y en la otra un plato. En 5 segundos le pido que se apure a cerrar la puerta porque entra aire frío desde el pasillo que separa mi cuarto de la cocina y ella me dice que me apure porque en 5 minutos va a sonar el timbre. Me desespero un poco por dentro pero conservo la calma por fuera, cosa que no deja muy tranquila a mamá que se va dando un portazo. No se si por enojo o porque esa puerta solo cierra bien con la fuerza adecuada. La tele esta encendida en el canal de noticias, me hipnotizo 1 minuto y me acuerdo que ya me queda muy poco tiempo antes de que llegue el micro, así que miro rápido cuantos grados hacen, exactamente 4°C. Analizo rápido que ponerme y ahora si que no pienso ni un segundo en los colores. El guardapolvo esta en el armario y lo se porque ayer mamá me lo dio planchado para que lo guarde. Cuando estoy por sacarlo me doy cuenta de que no le di ni un sorbo a la chocolatada de la taza que mamá apoyo sobre la mesa ratona y menos que menos un mordisco a la tostada con queso blanco y mermelada que esta al lado. La hora, en 1 minuto debería sonar el timbre. La mochila esta lista desde anoche, me tomo la chocolatada en 4 sorbos muy grandes, todavía tengo que lavarme los dientes, me olvido de la tostada, corro al baño y después de dos cepilladas suena el timbre. Mamá golpea la puerta, escupo rápido, me enjuago muy mal y salgo antes de que pueda decirme algo. Tengo una combinación de menta y chocolate en la boca que no se parece en nada al helado de menta granizada, mas bien me da algo de nauseas. Ahora si, me pongo el guardapolvo muy apurada, no cierro los botones, mamá me mete la campera bajo el brazo y me dice que me la ponga cuando suba al micro. Agarro una bufanda que elegí mentalmente mientras pensaba que mas me faltaba hacer antes de salir. Llego a ponerme un poco de perfume mientras mamá me grita algo que no termino de escuchar. Ya esta en la puerta con mi mochila y mi vianda en la mano esperando a que yo me digne a querer salir aunque en realidad este tardando tan solo 2 minutos más. Abro la puerta corrediza que separa el pasillo del patio y el frío me pega placenteramente en la cara, en el cuello y en las manos y tengo suficiente ropa en el resto del cuerpo para soportar el tramo hasta el micro. El timbre vuelve a sonar mientras llegamos a la puerta principal y pienso que la conductora no esta teniendo un buen día. Su ayudante me recibe con mala cara, recordándome que me tengo que apurar mientras saluda a mi mamá y le desea buen día. Me encantaría poder decirle que debería entender que son las 7 de la mañana y que a cualquiera le cuesta levantarse a esta hora y a una persona de mi edad más y recién vuelta de las vacaciones mas aún, pero solo asiento con la cabeza sin mirarla demasiado a la cara.
Cuando subo, la conductora me saluda de muy buena manera y eso me hace sonreír. Tenemos el mismo nombre y por algún motivo creo que eso me hace mas especial que muchos de los que viajamos en este micro. Subo a mi lugar de siempre, ultimo asiento, ventana, todo el pasillo en frente liberado y la rueda para apoyar los pies porque mi altura me impide llegar al suelo y es algo que me incomoda bastante.
El movimiento del vehículo aumenta mis antes pequeñas nauseas pero lo olvido a los pocos minutos porque me quedo dormida.
Cuando me despierto estamos a la vuelta de la escuela asi que me obligo a no dormirme otra vez. Bajo última y la panza me hace ruido. Entro a la escuela, huele como siempre, a humedad con pisos limpios. Ese olor que tienen los espacios grandes y vacios como este, el patio interno, en invierno siempre formamos adentro. Hay bastantes chicos esparcidos en filas desprolijas por todas partes, encuentro la mía y saludo a mis amigas con las que no me veo ni me hablo hace dos semanas. Nos abrazamos con cariño, nos recordamos cuanto nos extrañamos en ese tiempo y ya estamos comentando sobre lo paso en los 15 minutos que llevamos de clases. Con los chicos no nos saludamos, son varones y no nos importan demasiado. Me siento sobre mi vianda mientras hablo con mi mejor amiga, esperando a que se acerque nuestra maestra a decirnos que tenemos que formar correctamente. Uno de los chicos pasa por al lado mio y me toca el hombro como llamándome, me doy vuelta para ese lado y resulta que se fue para el otro. Me muerdo el labio de abajo y revoleo los ojos mientras mi amiga se ríe.
Formamos, suena el himno, se iza la bandera, seguimos intercambiando risitas con alguna que otra mirada fulminante de parte de la maestra y ya nos mandan a los salones. Nos vamos en en fila que se desarma en el camino. El aula huele a tiza y a frío porque esta claro que a nadie se le ocurrio prender la estufa antes de que lleguemos. Decido que la primer hora me voy a dejar los guantes puestos porque tengo las manos congeladas.
Otra vez, voy a mi lugar de siempre, mi mejor amiga se sienta conmigo pero las dos sabemos que va a ser temporario, hasta que la maestra se de cuenta y decida asignarnos un compañero. Como la maestra tarda en venir nos alborotamos un poco y seguimos contándonos cosas sobre las dos ultimas semanas, esta claro que no hablamos temas mucho mas profundos o interesantes que quien se fue de vacaciones y quien no, quien fue al cine, quien durmió mucho o poco y cuantos hicimos la tarea. Acordamos no decir nada de la tarea a menos que la pidan y dos o tres no dicen nada. Sabemos que son esos los que van a buchonear. Yo la hice, pero nunca me gusto hacerles quedar mal a los otros.
Entra la maestra y el silencio es instantáneo. La verdad es que esta mujer no nos cae nada bien y tenerla de enemiga no es una buena elección. Se queja del frío y alguien le informa que ya prendieron la estufa. Quiere ponerse a escribir en el pizarron y cuando nota que no tiene tizas manda a una de sus alumnitas preferidas a buscar. La verdad es que yo a veces también voy, pero con otros maestros, ella no me cae nada simpática y creo que en el fondo lo sabe. Los extrañe, extrañe todo esto y estoy feliz de que empiece de nuevo.

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