30.9.15

Conversaciones sin argumento

Los habían dejado solos. De un segundo a otro, solo eran ellos dos en la terraza. La fiesta casi que estaba terminando o la estaban mudando de lugar porque la madrugada estaba bastante avanzada pero quedaban unas horas hasta el amanecer todavía. Se habían llevado el equipo de música y el silencio que quedo en el ambiente era de esos que tienen sonido, como si de repente pudieras escuchar lo que antes te impedía el volumen de la música. Juana se sentó apoyando la espalada contra una pared y un vaso todavía en la mano. Escuchaba gente del otro lado de la puerta pero no llegaba a distinguir lo que decían. Miraba el cielo como perdida en la oscuridad y en la luz de las estrellas. Federico la interrumpió con un chasquido de dedos.
-Eu! Te colgaste.
Juana salió de su trance pero le tomo unos segundos entender que era él quien le hablaba y no contestó nada.
-Que haces que no estas ayudando a limpiar y ordenar?
Y se sentó dejándose caer contra la pared junto a ella prendiendo un cigarrillo.
-No sabia que ya estaban limpiando. Que hora es? Ya terminó todo esto?
-No se que hora es. Pero solo nos estamos mudando para adentro del departamento porque los vecinos se quejaron.
-Deben ser las 3 entonces. Ali me dijo algo asi como que podíamos estar en la terraza hasta esta hora.
Se quedaron callados mirando el cielo un par de minutos. Juana movía el vaso en su mano casi sin notar que lo tenia porque no pensaba darle otro trago. Federico la miraba de vez en cuando pero no decía nada, hasta que ella giro la cabeza muy lentamente dejando de mirar para arriba para mirarlo a él y le dijo.
-Te extraño mucho.
Federico pestañeo pesadamente.
-Yo también.- Contestó.
Juana volvió a mirar el cielo y esta vez mas rápido y con mas decisión volvió a mirarlo.
-Siempre te extraño mucho.
-Ahora también?
-Si, siempre.- Dijo Juana con los ojos casi cerrados porque los parpados le pesaban terriblemente.
-Pero ahora estoy acá.
-No importa. Cuando estas o cuando no, siempre te extraño.
-Pero no me podes extrañar si me tenes al lado.- Se indignó Federico.
-Si puedo, porque te vas a ir y se que siento cuando te vas entonces te extraño desde ahora, te extraño siempre.
-Pero vuelvo, siempre vuelvo.
Volvieron a quedarse callados, esta vez un momento mas largo. Corría una brisa muy agradable por el espacio y la única pero suficiente luz que había era la de la luna.
-Me lo prometes?- Preguntó Juana.
-Que cosa?
-Que siempre vas a volver...
Federico sonrió con un solo costado de la mejilla.
-Te lo prometo.
-Conmigo... siempre vas a volver conmigo.
-Siempre voy a volver con vos.
A Juana se le humedecieron los ojos y agradeció muy en su interior la poca iluminación. Federico apagó el ultimo cigarrillo que había fumado por la mitad, le saco el vaso de la mano a Juana y lo apoyo en el piso. Estiro un brazo para llevarla hasta su pecho y la encerró con el otro para abrazarla. Ella se acomodó y escucho los latidos de su corazón. Un  poco adormilados en esa posición, los cegó la luz que entro por la puerta que se abrió de golpe con dos siluetas detrás.

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