29.9.15
Otra vez como siempre.
Salimos a la misma hora de siempre. Nos paramos en la puerta un rato como siempre. Cruzamos la calle y nos quedamos hablando como siempre también. Nos miramos como siempre, pero me pareció que era distinto esta vez. Vos contaste lo que te pasó el otro día. Nos reímos. Ella nos contó que iba a hacer dentro de una semana y él nos contó que no estaba bien con la novia, otra vez. Le dimos un par de consejos y creo que los escuchó sin escucharlos realmente porque en los ojos se le podía notar el miedo que tenía de que la relación termine de una vez, esta vez para siempre. Sabemos todas las cosas que les pasaron juntos, casi que la conocemos a ella por las historias que él nos contó todo este tiempo y muchas veces hasta adivinamos que pudo haber pasado antes de que nos cuente. A él le tratamos de explicar de mil maneras distintas que no tiene nada de sano lo que se hacen mutuamente, pero sin embargo hace un año que no cambian de actitud ni de posición. Tal vez esta vez, de una vez por todas, por muy cruel que suene, se termine y puedan los dos vivir en paz. Te angustia verlo así y creo que soy la única que lo nota porque ella esta mas preocupada porque en una semana se va de viaje y ellos no son de decir mucho entonces nos escuchan afirmando con la cabeza de vez en cuando mientras seguimos tratando de darle ánimos por mas inútil que sea. Me miras, y otra vez siento que me estas mirando distinto. Cuando te das cuenta que no vamos ni para atrás ni para adelante con las recomendaciones que le estamos dando al pobre, me miras ahora bien fijo y en esa mirada me pedís que haga algo para que terminemos con esta situación y así propongo que empecemos a movilizarnos cada uno a su siguiente destino. Caminamos un par de cuadras juntos y nos separamos en la esquina de siempre. Le deseamos suerte y se va con una de ellas. Hacemos uno o dos comentarios de como le irá y cambias de tema drásticamente porque necesitas parar con la depresión. Te acercas a mí y me abrazas. Siempre me abrazas, pero otra vez, esta vez es distinto. Ellos nos acompañan caminando atrás nuestro pero como no dicen nada relacionado a lo que yo estoy pensando, trato de convencerme de que estoy alucinando y vos tan tranquilo tampoco me das pie a confirmar mis teorías. Nos separamos de ellos ahora y nos quedamos solos esperando nuestro bondi, como siempre. Me hablas de cualquier cosa, pero me miras raro, me seguís mirando raro. Una vez arriba del bondi que increíblemente esta vacío, tenes los mismos ojos que creo que no tenías ayer, pero si hoy desde que salimos. Evito mirarte mucho porque me incomoda y me hago la distraída mirando por la ventana pero encontras la manera de llamarme la atención para que te mire. Se te escapan un par de elogios que no entiendo muy bien y los acepto más con humor que con cariño. Nos conocemos bien y nunca tuvimos grandes problemas de incomodidad, ni cuando recién nos estábamos haciendo amigos, pero ahora, ahora me estas incomodando bastante. Me corres el pelo para atrás del hombro, siempre te gustó mi pelo. Sigo mirando por la ventana. Te quedas callado de repente y me miras, nada mas me miras. Tengo una avalancha de pensamientos estúpidos en la cabeza. No se ni cuanto falta para bajarme de este bondi. De un segundo a otro siento como si me hubieran pegado una patada en el medio del estómago, el corazón me late cada vez mas fuerte y siento como estas poniendo tu mano sobre mi muslo. Me doy vuelta a mirarte y te tengo a tan pocos centímetros de la cara que pienso que me voy a marear. Me corres el pelo de la cara esta vez y me miras los ojos primero y la boca después. No puedo dejar de mirarte a los ojos. Si antes necesitaba correr la vista ahora no lo puedo hacer. Y sin que me de cuenta como empezó todo esto, me besas. Y es igual a como siempre lo soñé, pero nunca me animé a aceptar que me gustaba soñarlo.
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