Martes. Miércoles. El jueves parecía ser el ultimo día. Viernes. Sábado. Y definitivamente el final tiene que ser el domingo. Hacia demasiado tiempo que no me enfermaba así. El dolor que sentía en el cuerpo el martes, no lo puedo comparar con ninguno que haya sentido hasta ahora. Creo que es lo mas cerca que estuve de la muerte. Muerte dije? La muerte no debe doler. Que se yo, nadie nunca me contó que se siente. Así que no, no lo puedo comparar con morir. Mas bien era como sentir que me cagaron, que me forrearon olímpicamente y que no podía salir de toda la mierda que tenia encima. Eso es. Eso fue.
Ya me habían dicho que cuando la mente no puede solucionar algo o hay algo que molesta mucho al alma, el cuerpo reacciona y reacciona enfermándose. Si bien siempre fui de creer en ese tipo de cosas, nunca pensé que tendría que pasarlas. Ya van cinco días de esto y esta mas que claro que no lo voy a soportar mas y tampoco voy a dejar que se transforme en algo peor. En el medio me juegan en contra mis infaltables ganas de no poder dejar el culo quieto un minuto, entonces me paro para hacer cualquier boludes con tal de pararme, me mareo en el camino de pasar a estar acostada a sentada y me mareo un poco menos en el paso de sentada a parada. Cada paso que doy me da la sensación de que el piso vibra o que cada una de mis piernas pesa 100 toneladas, teniendo que pasar el peso de todo el cuerpo de una pierna a la otra produciendo un bamboleo insoportable en los órganos internos de mi cuerpo que hasta llegan a producirme nauseas. Y así voy, del sillón al baño, del baño a la cocina, de la cocina al comedor, y de nuevo al sillón. ¿Porque sillón? No se. No es mas cómodo que mi cama. Es mas, creo que son igual de cómodas las dos superficies, pero en el sillón tengo gente caminando alrededor casi todo el tiempo, y eso hace que me sienta un poquito menos mal, porque en definitiva estoy enferma de la garganta, pero lo que realmente tengo enfermo es el corazón.
Martes. Me duele todo, pero todo. Tengo a mi compañero fiel conmigo. No se me despega ni un instante pero no puedo pensar en mucho. No pienso en cuanto me esforcé por tenerlo. No pienso en cuanto me alegra cada vez que lo veo. No pienso en cuantas veces me comí una cagada a pedos por su culpa. No pienso. Simplemente siento el peso de su cuerpito contra el mio, sus respiraciones y su calor. Y eso me tranquiliza un poquito.
Miércoles. Empiezo a sentir hambre. Como. Ya estoy hablando después de casi 24 horas de no omitir sonido entre sueño, quejas y suspiros.
Jueves. La energía me brota. Ya me siento curada. Planeo mi día siguiente sin mucha aprobación de mamá pero no me importa. Ella nunca entiende nada, aunque entiende todo.
Viernes. Me levanto con una molestia en la garganta. Pienso que debe ser lo que me deja todo esto, una semana tosiendo, diez días tomando jarabe y ya esta. Justo antes de salir me doy cuenta que si cruzo el umbral de la puerta que divide el pasillo de mi casa con la vereda me va a costar cuatro días mas en cama. Me siento, me calmo, sigo pensando que hacer. Tomo conciencia, decido quedarme un día mas. Hago las llamadas correspondientes. Pijama. Pastillas y a la cama otra vez. Prefiero eso antes de seguir empeorando. Todo el día en cama, mareo constante y ahora el dolor es en la zona del pecho, me falta el aire y me retumba la cabeza.
Sábado. Después de dormir casi once horas, algo me despierta. Me duele la cabeza. Tengo el recuerdo de haberme levantado ya. Si, tenia fiebre y eran las 4:00am. Empieza un día "normal". Me siento molesta por no haber hecho nada productivo en casi una semana completa, pero ya estoy contenta de poder pensar con claridad y finalmente poder definir que tengo que hacer después de todo esto.
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